Todos los días paso por esta construcción, cuando salgo y regreso a casa. Los métodos constructivos que utilizan, son diferentes a los que estoy acostumbrado a ver en España. Los rostros de los obreros, también. La cantidad de personas por tarea, también. Los horarios, también. Casi todo es diferente.
Cada vez que pasamos por aquí, solemos saludar desde la moto (Max, Mikel, Linda y yo). Siempre nos responden con un grito cómico. Es divertido. Ahora bien, nunca me había parado a sacarles una foto, y hoy, no pude evitarlo. Estaban mezclando, transportando y vaciando el hormigón, para llenar la placa de techo de esta casa. Lo hacían con una cadena humana de una docena de hombres. Utilizaban una plataforma escalonada hecha con listones de madera. Todo improvisado en la propia obra.
Lo curioso no era solamente el proceso empleado, sino también, el ánimo con el que lo hacían. Era un trabajo en equipo en el que se les veía divirtiéndose. Quizás ayudaba que el proceso no parecía el más eficiente y así, dejaba espacio para el disfrute en grupo. Era probablemente una interpretación, de lo que en uno de mis primeros trabajos llamaban “Eficiencia y Guaguancó” y en GOIKO llamamos “Calidad, Eficiencia y Buen Rollo”.
Una vez me bajé de la moto y saqué la cámara, los obreros comenzaron a gritar. Les hacía ilusión que les hiciera estas fotos. ¡Qué gusto tomar fotos así! Al final, he conseguido el número de whatsapp del jefe y se las he enviado.
Al llegar a casa, me he quedado pensando, si mi impresión inicial sobre el proceso, que me había parecido, poco eficiente, realmente lo era, o si más bien, estaba equivocado, y mi conclusión surgía de una visión miope de esta situación. Me pregunto, existirá un ratio perfecto entre la eficiencia e ineficiencia que conocemos, para finalmente conseguir una ‘eficiencia verdadera’.
EXTRA: Por la noche, después del tenis, regresando a casa, ahí seguían mis amigos. Les toqué la corneta (claxon en castellano) para saludar (una mala costumbre que tengo desde que vivía en Caracas) y respondieron con un grito, as usual. Busqué la cámara y regresé. Les hice esta foto.
Gracias y hasta la próxima.
El trabajo será tan eficiente como de grande sea el espiritu del trabajador. No se si llamarle eficiencia verdadera pero una eficiencia cojonuda, es.
De lo mejor que tenemos a la salida y llegada de casa. Sus sonrisas, sus pies descalzos desprotegidos, sus cigarros “que les da energía” y sus gritos alegres de saludo. Gracias Bali, cada día marcas nuestras vidas. Gracias a mi fotógrafo Estrella por regalarnos estos recuerdos a nosotros y a ellos.