Busqué el taller de costura con las mejores valoraciones de la zona. Cogí la moto y me lancé al camino siguiendo las indicaciones de Google Maps.
Ese día, el cielo estaba impecablemente azul, sin la más mínima nube. Me pasé del punto varias veces antes de dar finalmente con el lugar. La aplicación no había mentido, siempre estuvo ahí, pero la intensa luz cegadora del sol me impedía verlo.
Al entrar al local, saludé con un tradicional y entusiasta “good morning my friends”. Sus rostros me respondieron: “No comprendemos inglés, tampoco tu efusividad, y mucho menos qué coño estás haciendo aquí”.
A pesar de su ubicación a pie de calle, y a escasos centímetros de la abrumadora claridad del día, el lugar se sumía en la penumbra. Había en él una sensación de quietud, como si nada sucediera.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que me percatase de que, entre el silencio y la oscuridad generalizada, se ocultaba un bullicio de actividad y luz. Esta efervescencia, no obstante, se concentraba exclusivamente en los pequeños fragmentos de tela que cada costurero atendía con meticuloso esmero.
Me pregunto… Al igual que estos costureros,
¿Seremos capaces de generar luz en medio de la oscuridad?
¿De producir movimiento donde parece reinar la quietud?
¿Tendremos la habilidad para centrar nuestra energía y atención, y así dar vida y luz a cada fragmento de nuestros días?
¿Será posible que podamos concentrar tanta luz y actividad en los espacios más pequeños de nuestra vida?
¿Estará la respuesta en nuestra voluntad para intentarlo, y en nuestra capacidad para ver más allá de la luz cegadora y conseguir disfrutar de aquellos rincones oscuros que merecen brillar?
Gracias y hasta la próxima.
El tiqui-tiqui de estas máquinas de coser me ha hecho acordar a estas hormiguitas... "Afrodita llevó a Psique a un granero donde se hallaba un montón de trigo, centeno y cebada. La primera prueba consistía en separar el trigo del centeno y de la cebada y hacer tres montones diferentes. Psique se puso manos a la obra, pero pronto se dio cuenta de que era imposible llevar a cabo la tarea. Después de un intenso trabajo sin grandes avances, se dio por vencida. Pero entonces observó que un pequeño grupo de hormigas se dirigía al montón de grano separando el trigo, el centeno y la cebada. Sus laboriosas patas habían logrado lo que un humano era incapaz. Ya entrada la noche, después de haber terminado, se marcharon tan rápido como habían aparecido. Afrodita no cabía en sí de su asombro".
Preguntas interesantes que a mi edad no puedo responder por falta de inquietud y curiosidad. Que lástima