En Yogya, cogimos una bici y paseamos por los arrozales. Paramos para comer y entramos a lo que creíamos que era el restaurante. Nos encontramos con este artesano de marionetas. Le conocimos.
Se levantó y nos regaló un show de marionetas. Con su pie derecho cruzado a la izquierda daba golpes al cajón con un pedazo de hierro. Estos estruendos daban la dinámica de la obra. La obra consistía de batallas entre las marionetas. Una en cada mano. Sentí que representaban ideas de su cabeza. Ahí discutían. A tope.
Para él no creo que fuéramos los únicos espectadores. En cada rincón habían personajes. Eran cientos y parecían todos atentos a lo que sucedía. Con qué intensidad lo vivía. Viendo las fotos ahora, no me queda duda de que todo allí tiene mucho significado. No hay marioneta al azar.
Me lo pude imaginar perfectamente con tu relato de pocas palabras. Al surrealista...
De entre todas las cosas que ofrece el mundo, ¿cómo pudo este señor dedicarle su vida, su tiempo, a semejante obra, con tanta dedicación y esmero? ¿qué debe significar para él?