Una vez, discutíamos en la oficina acerca de la actualización de los uniformes de los restaurantes. La idea de hacerlo me vino a la cabeza de la nada. Mientras decidíamos, me frustraba pensar que la discusión surgía "de la nada". Nada aseguraba que tendríamos esta discusión en el futuro. Parecía que tendríamos que esperar a que nuevamente "de la nada" surgiera el tema. Qué agobio.
Creo que la inercia del statu quo es peligrosa. Cambiar las cosas por el simple hecho de cambiarlas, también lo es. En el medio, hay un punto que parece ser óptimo, pero que sigue acarreando peligro. Esta revisión, límite, actualización o incluso innovación programada parece aliviar la carga mental y el constante zumbido de esperar el momento "adecuado" para recordar revisar lo que ya no sirve o podría mejorarse.
Esto trasciende los muros de la oficina. Programar y hasta calendarizar estas revisiones me parece que tiene sentido, por ejemplo, en nuestra salud física, espiritual, relaciones, metas personales y el famoso bucket list, familia, carrera profesional, propósito vital y en un largo etcétera.
En estas revisiones, la impermanencia es la clave de la libre evolución. El "por qué" y el trillado propósito debo escribirlos con lápiz y nunca con bolígrafo. Así tengo la bella y difícil libertad de volver a decidir. Estar a gusto y en paz. Crecer. Vivir.
Wao. Qué tendrá la distancia que nos hace acercarnos (sobretodo a nosotros mismos). Impresionante que Bali te replantee la idea de continuidad... al rey de la inmediatez, haz esa vaina y soluciona 😂
Que cool Javier Sharkey y su acercamiento al utilitarismo! 🥰
Como he leído por allí de un psicólogo, “así de sencillo, así de complejo!”