Esta mujer Masai es hermosa. Muuuy hermosa. Amablemente nos muestra cómo esteriliza una vasija con humo. Lo hace casi de manera automática. A mi tampoco me interesa la puta vasija. Pero su mirada al infinito, ¡me inquieta profundamente!
¿En qué estará pensando?
¿Querrá escapar de su realidad?
O, nuevamente... ¿Me estaré haciendo ideas desde mi forma limitada de entender su realidad?
Extra: Hoy no es una foto. Es una historia.
Dentro de mi mente, cada vez más adulta, las reflexiones como estas son cada vez más habituales y complicadas. Pero recuerdo una que ocurrió hace casi 20 años. Permíteme contártela.
Ya graduado de el Colegio (pongo colegio con mayúsculas, como lo escribiría Sifrizuela), en una de mis primeras experiencias profesionales, estaba grabando el vídeo resumen de la temporada de verano del campamento La Playada, en Caruao (Venezuela).
Caruao es una población muy humilde en la costa venezolana. En ese lugar tropical, no hacen falta muchas cosas para vivir... No hay frío y cuando tienes hambre, tomas un coco, bebes su agua y luego te comes su carne.
Un sábado, salimos de excursión de buceo con un grupo de campistas de entre 15 y 17 años. Salimos en barco, nos lanzamos al agua y vimos de todo. Muchos peces de colores y ese agua tibia (que tanto extraño cuando me baño en Europa).
Al regresar, nos detuvimos en la plaza del pueblo para tomar unas cocacolas con los campistas. Tuvimos la oportunidad de compartir brevemente con las personas del pueblo y los niños que corrían en la plaza. Fue un momento relajado y sin agenda. Sentí que todo encajaba naturalmente. Me sentí desprendido. Flotaba. Vida.
Después de un rato, regresamos al coche, un Toyota todoterreno largo. Todos estábamos sobre toallas porque los trajes de baño seguían húmedos. Encendí la cámara de vídeo y les pregunté a los campistas: "¿Qué es lo que más les ha gustado de la excursión?"
El primero en responder fue Iñaki. Nunca olvidaré lo que dijo: "Lo que más me ha gustado es ver lo felices que son los niños en este pueblo tan pobre. Es impresionante". Wow, qué capacidad tiene Iñaki para filtrar lo que brilla de lo que es realmente importante, y para él, 'impresionante'.
Por lo del coco y por lo de la felicidad que mencionó Iñaki, es que he decidido contar al principio que Caruao es un pueblo 'muy humilde' en lugar de 'muy pobre'.
Para un niño, basta con acercarse y vivir, aunque sea por un rato, la realidad de otra cultura para entenderla. A nosotros, los adultos, nos resulta más difícil hacer este ejercicio. Me encantaría saber por qué.
Especialmente en esta oportunidad, deja en comentarios lo que tengas en tu cabeza o corazón. Todo vale.
Gracias. Hasta la próxima.
Si hay mención a Sifrizuela o al San Ignacio, ya se sabe que la newsletter va estar buena. Pero sí, "no es más rico el que más tiene, si no el que sabe valorar a diario a las personas y las cosas buenas que tiene en su vida" ¡Buena reflexión!
¿Qué pasaría si llevamos a una mujer Masai a esa plaza del pueblo de Caruao? O si nos llevamos al chico a Kenia… ¿Qué tendrían en común? Me encantaría ser parte de una conversación entre estas 2 culturas y conocer sus formas de ver y vivir la vida.